Estamos viviendo un momento único en lo que a la tecnología se refiere. Los avances que se están dando en las últimas décadas han colocado a la humanidad ante nuevos retos, como hacía mucho tiempo que no se daban. Unos adelantos que han traído consigo nuevas formas de comunicarnos, de socializar, de entretenernos y de gastar nuestro tiempo de ocio y diversión. Internet ha sido una verdadera brecha para nuestra especie, hasta el punto de que en apenas tres décadas se ha convertido en una herramientaindispensable para muchos. Todavía quedan aquellos que se resisten al mundo online, no tienen redes sociales y prefieren mantenerse alejados de los teléfonos inteligentes. Sin embargo, el mundo sigue avanzando, con o sin ellos, y la situación ya es imparable. El confinamiento, de hecho, demostró que el mundo podía seguir girando gracias a la red y a la conexión entre personas alejadas por miles de kilómetros. Hoy por hoy son muchos los que disfrutan ya del teletrabajo, y otros tantos utilizan Internet a diario para sus negocios.
Y es que las posibilidades que da la red son infinitas y no aprovecharlas es jugar en desventaja. Lo mismo que ocurre con todos los avances tecnológicos que se han dado en el mundo del entretenimiento, los videojuegos, la música o el cine. Solo con echar la vista atrás un par de décadas comprobaremos que hay unas diferencias enormes a cómo se hacían las cosas en el pasado. El mundo de los videojuegos, por ejemplo, ha dado un salto increíble en todos los sentidos, desde gráficos hasta capacidad narrativa e inmersiva. Los cascos de realidad virtual han aportado un plus a esa inmersión que todos los creadores buscan en sus productos de cara al público. De hecho, la interacción es la base del videojuego, y con estas gafas y cascos modernos se consigue una conexión casi total con el entorno virtual. No es de extrañar que esa tecnología también se haya llevado a otros sectores como el del cine para adultos, donde está siendo también muy controvertida. Y es que han sido muchos los que han intentado llevar el porno un paso más allá, y por fin parece que la tecnología está acompañando.
Una industria que siempre evoluciona
Y es que la industria pornográfica lleva en pie casi seis décadas como tal, pero siempre ha estado evolucionando y cambiando en relación a las tecnologías. Al ser uno de los sectores que más ingresos generan, los productores siempre han estado al tanto de cualquier novedad que pueda hacerles ganar incluso más dinero. No es una locura afirmar que buena parte de la culpa del éxito del Internet primigenio la tuvo el porno. Aquellas primeras páginas y foros donde se digitalizaban las imágenes de las revistas, y que eran auténticos tesoros para los internautas de la época, prendieron la mecha de Internet. El cambio del formato analógico al digital vino acompañado precisamente de una mayor visibilidad para el porno, en un canal que se podía censurar, o al menos no tanto como el cine o la televisión.
De hecho, no se trataba solo de sortear la censura, sino de encontrar un público mucho más amplio para su contenido. Con el tabú habitual que se tiene sobre este tipo de temas, la gente que consumía pornografía lo hacía, por supuesto, en la intimidad. Las revistas eróticas se vendían en los puestos, y cada videoclub contaba con una sección especial para adultos… Pero aun así, había que pasar por ciertas escenas algo peliagudas para conseguir ese contenido. Internet llegaba directamente a tu ordenador, y luego a tu dispositivo móvil, sin que nadie se enterase de lo que estabas viendo. La revolución digital fue absoluta y la industria logró expandirse y generar aún más ingresos. Pero no se podían dormir en los laureles, así que gracias a los artefactos más modernos, los productores buscaren la manera de crear un nuevo porno más inmersivo.
Tecnologías inmersivas en el porno
¿Qué es lo que se busca con una escena porno? Evidentemente, crear excitación en la persona que la ve. Ese es el objetivo primordial de cualquier película dentro de este género, ya que la pornografía, por propia definición, busca excitar el deseo sexual. Lograrlo no es complicado, en realidad, porque es un método que ha sido testado y mejorado durante décadas. El público mayoritario del porno es masculino, y el hombre es muy visual en lo que a la excitación sexual se refiere. Basta con que nos pongan estímulos sensuales por delante para que los veamos. El resto ya es cosa nuestra, por supuesto. La concentración en la escena dependerá de muchos factores, pero es obvio que para conseguir una experiencia más inmersiva, las gafas de realidad virtual serán nuestro mejor aliado. Este dispositivo nos permite introducirnos casi literalmente en la escena, con una perspectiva en tres dimensiones que también se acompaña de sonido sorround.
Es cierto que a priori, este dispositivo puede resultar algo complejo a la hora de disfrutar del porno en sí, porque es algo muy distinto a lo que estábamos acostumbrados. Aquí no hay pantalla, aunque técnicamente lo que tenemos delante son dos reflejos que crean la ilusión de estar dentro de la propia escena. Es una tecnología que todavía tiene que perfeccionarse, pero que ya ofrece buenos resultados en una calidad adecuada. Y desde luego, poco contenido puede ser más inmersivo e interesante que el porno, especialmente en su formato POV (point of view), donde la escena está grabada desde los ojos de uno de los participantes, usualmente el hombre. Tal vez no sea como tener a tu pornstar favorita delante, pero es lo más cerca que uno va a estar de esa situación… al menos por ahora. Tanto es así que muchos han llegado incluso a comprar estos dispositivos de realidad virtual solo para disfrutar de este tipo de escenas.
Un terreno todavía por explotar
La grabación de este contenido es algo más compleja que la de una escena normal, y por tanto, también más cara. Esto hace que las productoras estén apostando aun tímidamente por este tipo de vídeos, aunque están funcionando muy bien en las plataformas. Hay algunas, de hecho, que tienen ya su propia categoría para el porno VR, con millones de visualizaciones cada semana. La necesidad de contar con un dispositivo especial, que todavía sigue siendo algo caro, restringe mucho el público objetivo de este tipo de vídeos. En estos momentos, la realidad virtual está a punto de dar el salto definitivo, pero todavía no ha llegado al punto de ser tan asequible como para que cualquiera pueda aspirar a ella.
Todo ello, sumado a la producción extra que necesitan estos vídeos, provoca que a veces los proyectos tarden en ver la luz. Sin embargo, hoy por hoy nadie duda de que el futuro del entretenimiento y el ocio está en la realidad virtual. Proyectos tan importantes como Meta están centrados precisamente en este universo, que es un paso más en el mundo online. De hecho, otra gran industria sexual, la de los juguetes eróticos, ya está apostando por dispositivos que, gracias a su conexión con la red, pueden controlarse de manera remota. Hay películas que incluso permiten el uso de estos dispositivos conforme lo que ocurre en la pantalla, con una sincronización que resulta cuanto menos curiosa. La interacción como base de los proyectos futuros en el porno, una vía que sin duda va a dar mucho que hablar en los próximos años.